viernes, 16 de septiembre de 2016

NADA MÁS NATURAL... QUE LA QUÍMICA . CONVERSANDO CON DEBORAH GARCÍA BELLO

Sólo unos días después de editar esta entrada, le concedían a Deborah García Bello el Premio Tesla de divulgación 2016, dentro del evento de divulgación científica más importante de España: Naukas Bilbao. Felicidades de nuevo Deborah. 


 

A menudo me pregunta algún amiguete eso de: cómo es que a un tío tan de letras como tú le ponen tanto las matemáticas, la tecnología, la química y todas esas cosas, vamos ...tan de ciencias. The answer my friend la encontrarás a lo largo de esta charla con Déborah García Bello, licenciada en Química por la Universidade da Coruña, estupenda divulgadora de temas científicos, y que podrás leer a continuación. Ella misma nos da una de las claves: la ciencia es cultura, y la cultura no es patrimonio sólo de las humanidades. Y además, que queréis que os diga, gracias a la ciencia estoy vivo a mis cuarenta y tantos. Sé lo que digo.

'Todo es cuestión de química... y otras maravillas de la tabla periódica' nos acerca de forma sencilla, amena y tremendamente didáctica a la ciencia química, (eso que a algunos les da tanto miedo), y al maravilloso mundo del átomo. Partiendo de las teorías atómicas y la tabla periódica, Déborah García Bello nos ayuda a comprender hasta que punto la química está presente en nosotros mismos, y en todo lo que nos rodea, en nuestro entorno más cotidiano. La ciencia bien explicada ayuda a romper miedos, a derribar prejuicios y tabúes. Espero que disfrutéis de la conversación, y que os entren ganas de comprar el libro. Gracias de antemano a Deborah por su tiempo y disponibilidad y sobre todo por contribuir con su trabajo a poner un poco de luz, coherencia y sensatez en un mundo en el que a menudo el mito y las falsas creencias se imponen frente a los datos y los hechos basados en evidencias.

Bienvenida a La Ciudad de Cristal, Deborah García Bello. No se me ocurre mejor forma de empezar que felicitarte por tu libro: Todo es cuestión de química, y otras maravillas de la tabla periódica. En sus páginas nos hablas de cosas como cationes, orbitales, enlaces covalentes, polímeros, espectros electromagnéticos y oh sorpresa¡, se entiende, y oh sorpresa¡, resulta tremendamente divertido. (Y mira que soy de letras). Me habré vuelto loco o ¿resulta que esto de la ciencia va a ser conocimiento útil para todos y al alcance de todos?

De eso trata la divulgación, de hacer comprensible cualquier ámbito de la cultura, por muy complejo que pueda parecernos de entrada. La ciencia además cuenta con esa cualidad de parecer útil que hace que resulte más atractiva. Todos sentimos curiosidad, queremos saber cómo funcionan las cosas, sobre todo las que forman parte de nuestra vida cotidiana. De eso trata este libro, de descubrir todas esas bellezas sutiles que se esconden en el trajín de la vida, y que están ahí mismo, al alcance de todos. 


Este tipo de obras tienen la virtud de demostrar al público que el texto de carácter científico y la lectura de entretenimiento no tienen por qué ser 'enemigos naturales', más bien todo lo contrario. El hecho de que en algunos momentos de la exposición muestres tu auténtico apasionamiento por la materia (e incluso te pongas hasta poética) ayuda bastante.

La ciencia, de un modo u otro, siempre ha formado parte de mi vida. Explicar un concepto científico de forma aislada, sin ninguna conexión con mis vivencias, no me interesa. Tiene que existir una motivación más allá del entretenimiento o la instrucción, tanto para que a mí me apetezca contarlo como para que el lector pueda percibir el apasionamiento que siento por lo que cuento.
Sí que «me pongo poética» porque es como soy, cómo vivo las cosas. Disfruto jugando con las posibilidades del lenguaje. Quiero ofrecer ese algo más. La pasión que pongo en lo que cuento ha de ir acorde con la pasión que pongo en cómo lo cuento.

¿Puede haber persona más apasionada por la química que alguien que no sale de casa sin su tabla periódica en el bolso? El resto de los mortales nos conformamos con las llaves y la cartera.

Más que una pasión por la química, que obviamente la hay, es una pasión por las vivencias. Esa tabla que llevo en mi bolso no tendría valor si no me la hubiese regalado un profesor de la facultad en la que estudié, cuando por fin visité su laboratorio acompañada de mis propios alumnos.
Además de tener valor emocional, ¡llevar una tabla periódica encima es muy útil! Quien haya leído el libro lo sabe bien.

Foto de César Quian.
 Desde que leí tu libro, miro con otros ojos el paquete de sal que guardo en la cocina, hasta le tengo cariño.

Los hechos son los que son, es decir, la sal es en efecto la misma, pero cuando cambiamos nuestra forma de mirar, cuando percibimos más o diferente, cuando descubrimos algo bello, que nos emociona y, sobre todo, que además lo teníamos ahí, delante de nosotros, es difícil volver atrás, dejar de verlo así. Eso es lo que sucede con la sal y con tantas otras sustancias ordinarias, que esconden una belleza que nos es revelada gracias a la química.

De repente la tabla periódica me parece algo alucinante: la absoluta armonía, lógica y sentido con el que se ordenan todos los elementos que forman el universo... ¡Es casi una obra de arte!

Me fascina la tabla periódica precisamente por su aparente simpleza. Pero, como ya sabrás después de leer el libro, esconde una enorme cantidad de información y que además se lee con bastante facilidad. No la catalogaría como obra de arte porque es una herramienta, pero el concepto que se desprende de ella sí es tentadoramente artístico. 


Dalton, Thomson, Rutherford, Mendeleiev, supieron 'ver' con mayor o menor acierto eso que llamamos 'átomo'. Sin su trabajo la ciencia química no existiría. Se merecen una plaza, una avenida en cada ciudad del mundo. Si me apuras hasta club de fans.

Me sorprendería que todavía no tuviesen nada de eso. De todos modos, lo interesante para mí no es el quién, sino el qué. Te habrás fijado en el libro que, aunque esos personajes aparecen, lo interesante no son sus vidas, es decir, no te encuentras con datos biográficos si no suman al relato de los hechos. Lo importante son los hechos, qué es lo que han descubierto, cómo lo han descrito. 

Dmitri Mendeleiev
 Así que somos hijos de las estrellas. (Y no es una frase de Coelho)

Suena metafórico, pero es la realidad. Las piezas que componen nuestro cuerpo, nuestra piel, el agua, lo que comemos, lo que respiramos; todas esas piezas han nacido en una estrella y han ido a parar aquí. En el libro describo con profundidad cómo sucede todo eso en las estrellas, y muchas veces empiezo así las clases de ciencia de un nuevo curso. Es importante ser conscientes de que algo tan complejo y lejano como una estrella, forma parte de lo que somos y de lo que nos rodea en nuestro día a día. El resto del universo no está desconectado de lo que nos sucede y eso da perspectiva.

El capítulo 7, Desmontando mitos, no le va a gustar mucho a los del gremio magufo –ecoguay, les desmontas el chiringuito. Cuándo descubran que la química es una ciencia al servicio de la humanidad, y no 'en contra'.

Detesto las palabras como magufo y ecoguay. Son insultos. No puedes acercarte a los demás de forma tan agresiva porque levantas un muro que después es difícil de franquear.
Dicho esto, puedo entender que te refieres a personas que tienen una imagen perversa de la ciencia y que utilizan esa imagen y la potencian. Esas actitudes son doblemente perniciosas, por un lado fomentan la incultura científica y, por otro, se sirven de ella, es decir, son ellos los que se burlan. En el libro hablo de esta clase de tretas que enturbian la realidad. Y esa realidad es más sencilla y bondadosa que la que intentan vendernos. La ciencia y, en este caso la química, nos ha servido para alimentarnos mejor, tener mejores tratamientos médicos, enfermar menos, etc. Dar un paso atrás es volver a un pasado con más carencias y sufrimiento.

Si lo que determina las características de un compuesto químico es su estructura molecular, cómo se enlazan entre sí los átomos que lo forman, independientemente de su origen natural o sintético, la vieja dicotomía natural vs artificial pierde todo sentido. Más bien, ¿habrá algo más natural que la química?

La dicotomía natural vs artificial es impostada, puesto que todo está formado por las mismas piezas y es algo que conocemos. Si esas piezas las encontramos ya ensambladas en la naturaleza o las ensamblamos en un laboratorio, obviamente no dan lugar a sustancias mejores o peores. Ni lo natural por definición es mejor, ni todo lo contrario. Lo interesante es qué sustancia es y cuánta cantidad contiene, no su procedencia.

Sacralizar 'lo natural', elevarlo a la categoría de religión y dogma de fe tiene la contrapartida de generar fobias hacia todo lo que salga del laboratorio: aditivos alimentarios, fármacos, etc. Quimiofobia al fin y al cabo. ¿Inocentes prejuicios, o fundamentalismo peligroso?

Hay un poco de las dos. En general me he encontrado con prejuicios, sin pretensiones, personas que han accedido a una información errónea, muchas veces por accidente y que no la han cuestionado. Por ejemplo, si la publicidad usa como alegación saludable el «sin aditivos», obviamente entiendes que los aditivos son malos y, si no te interesa indagar más en ello, lo asumes como cierto.
Otras veces me he encontrado con actitudes más peligrosas. Con personas cuyo trabajo se fundamenta en potenciar el miedo hacia lo que desconocemos, desde sustancias a radiaciones, en contra de la evidencia científica. Se basan en supuestas conspiraciones de empresas, sobre todo grandes empresas, y gobiernos que por algún variopinto motivo quieren hacernos daño. Los argumentos que utilizan de nuevo se basan en el desconocimiento científico que creen que tenemos los demás. Todavía no sé por qué motivos estos mensajes del miedo calan en las personas, si es por desconocimiento, si es hastío, si es por sentir que sabes algo más. No lo sé, pero calan. Y son peligrosos. Vivir con miedo es peligroso, y vivir con prejuicios también, te lleva a tomar decisiones equivocadas, a veces pueden no tener grandes repercusiones pero, otras pueden llevarte a rechazar un tratamiento médico, a no alimentarte adecuadamente, a no vacunar a tus hijos...

Incluso muchos de esos 'malvados' aditivos alimentarios (E-), 'tan químicos', se encuentran presentes en la misma naturaleza. No sólo son completamente seguros para el consumo humano, sino que la cadena de distribución y almacenamiento de alimentos, que ha de asegurar el abastecimiento para toda la población, sería inviable sin ellos. A ver si resulta que van a ser necesarios.

Muchos de ellos son imprescindibles para garantizar la seguridad de un producto y para mantener sus propiedades. Es lo que hacen los conservantes, por ejemplo. Otros aditivos responden a una cuestión estética o de palatabilidad, que también es importante.
Lo que hay que dejar claro es que ningún alimento inseguro llega al mercado. Como en todo, hay calidades, pero éstas no dependen de los aditivos que lleven.
Existe la creencia de que los aditivos enmascaran la mala calidad de un producto, cuando esto no siempre es así. Hay aditivos que son imprescindibles para que un alimento conserve sus propiedades nutricionales y, sin ellos, se convertiría en un alimento mediocre. Como bien dices, muchos de estos aditivos los utilizamos emulando a la naturaleza. Por ejemplo, si muchas frutas contienen acidulantes de forma natural, hemos aprendido a utilizar esas mismas sustancias en otros alimentos porque hemos observado que ayudan a conservarlos mejor. Por eso gran parte de los aditivos son sustancias que encontramos de forma natural en alimentos sin procesar.
Cuando una de esas sustancias añadidas ha demostrado ser útil e inocua para la salud, se gana su correspondiente nomenclatura E. Es sólo una cuestión de nomenclatura. Siempre pongo el mismo ejemplo: nos asusta ver un E-300 entre la lista de ingredientes porque no sabemos qué es, pero si lo buscamos veremos que se trata de la vitamina C, y ya deja de asustarnos. Esto mismo pasa con todos los E.

Entro en tu blog, Dimetilsulfuro, (lo hago a menudo), y leo esto: 'os alimentos que consumimos, nunca foron tan seguros'. ¡Fastidiaos ecologuays! Vaya, disculpa mi falta de profesionalidad.

Lo reitero: los alimentos que consumimos nunca fueron tan seguros. Pero esta afirmación no es para que nadie se fastidie, sino para todo lo contrario. Es un mensaje del que trato que se desprenda confianza, confianza en la ciencia y en el progreso que representa para nuestro bienestar.

Felicidades también por ese Bitácoras al mejor blog de ciencia en 2014. Justo premio y reconocimiento. Te lo has currado.
¡Muchas gracias! Ese premio supuso un gran empujón en mi carrera. Mi trabajo ganó la visibilidad necesaria como para que muchas más personas lo descubrieran.

Te confieso que mi parte favorita del archivo de Dimetilsulfuro es la sección 'La ciencia del arte'. La idea de la ciencia como cultura está firmemente arraigada en tu discurso.

Tanto la ciencia como el arte son cultura. Tienen sus divergencias y sus analogías, pero ambas son formas de conocimiento y, como tales, se nutren una a otra.
Mi trabajo se centra en cómo la ciencia induce y posibilita la creación artística, además de en la significancia de materiales. Me he especializado en arte contemporáneo, porque es cuando esta relación se hace más evidente.
La cultura científica amplía nuestro horizonte de conocimiento, y éste llega a cruzarse con el arte como con cualquier otro ámbito cultural, ya sea entre disciplinas científicas, o con la música o la literatura.
Lucho contra esa idea de ser de letras o ser de ciencias, contra esa idea de que la cultura es patrimonio de las humanidades. No debería haber tal distinción ni tal descrédito. Cualquier carencia, en el ámbito que sea, se denomina incultura.

Volviendo al libro. El caso que comentas del aspartamo me pone de muy mala leche. Toda la literatura científica que lo acredita como un edulcorante seguro para el consumo humano parece que tiene menos peso que un simple estudio con tantos errores de método que fue rechazado por la comunidad científica en su día. Pero lo que hace ruido mediático es el maldito bulo. ¿No te cabrea un montón?

Es una cuestión de impacto. Decir que una sustancia causa daños es más impactante que decir o, en este caso corregir, que es inocua. Cuesta muchísimo más esfuerzo desmentir algo que asumir una información nueva.

Personas sin intolerancia a la lactosa que compran leche sin lactosa porque suena 'a más sana'. Lo siento, me supera...

Es que la leche sin lactosa suena a más sana, ¿por qué no ibas a comprar algo si crees que es más sano? En este ejemplo volvemos a lo de antes, a aprovecharse del desconocimiento para venderte una idea equivocada, como que la leche sin lactosa es más sana que la normal.
En este caso sí hay una parte de responsabilidad individual que no podemos pasar por alto. Has de preocuparte por tu alimentación, preocuparte con criterio y no consumir algo que no necesitas, a no ser que un médico que haya diagnosticado intolerancia a la lactosa. Y repito lo de diagnosticado por un médico. La intolerancia a la lactosa no te la diagnosticas tú en tu casa, sino que hay pruebas específicas para ello. Achacar algún problema digestivo a la lactosa, sin pruebas, puede enmascarar un problema de salud diferente que estamos dejando de tratar.
Y, por otro lado, responsabilidad con respecto al mensaje publicitario: no es lo mismo decir «sin lactosa» y acompañarlo de un mensaje que no menciona la intolerancia, que decir «apto para intolerantes a la lactosa».



Nuestra evidente falta de cultura científica es utilizada por los charlatanes y creadores de miedos para manipularnos, y llevarnos a su redil. Por eso textos como Todo es cuestión de química son hoy en día necesarios. ¿Podrías recomendarnos otros títulos y autores que como tú se dedican a la divulgación de conocimiento científico y pensamiento crítico?

Ya somos muchos los que nos dedicamos a esto, cada uno con su estilo, pero todos tenemos unos intereses comunes, por eso pertenezco a grupos a los que recomendaría seguir para estar al quite de todo, como son el Círculo escéptico y Naukas.




No querría terminar esta conversación sin mencionar el hecho de que en este 2016  se cumplen 20 años del nacimiento de los cultivos transgénicos. Gran noticia.

Para celebrarlo colgué una foto en mis redes sociales acompañada de la frase «La ciencia es vida y progreso, por eso yo celebro los 20 años de cultivos transgénicos», que creo que resume mi visión al respecto. 




Muchas gracias por tu tiempo y disponibilidad Deborah. Es todo un placer leerte y aprender con tu trabajo. Me gustaría cerrar la charla con palabras de tu propio libro: 'La química contribuye a alimentar la calidad de vida, es clave para resolver muchos de los desafíos de la Tierra y ayuda a las personas a vivir más y mejor que nunca. Estoy orgulloso de ser químico'. Casi nada. Besos.