Sólo unos días después de editar esta entrada, le concedían a Deborah García Bello el Premio Tesla de divulgación 2016, dentro del evento de divulgación científica más importante de España: Naukas Bilbao. Felicidades de nuevo Deborah.
A menudo me pregunta algún amiguete eso de: cómo es que a un tío tan de letras como tú le ponen tanto las matemáticas, la tecnología, la química y todas esas cosas, vamos ...tan de ciencias. The answer my friend la encontrarás a lo largo de esta charla con Déborah García Bello, licenciada en Química por la Universidade da Coruña, estupenda divulgadora de temas científicos, y que podrás leer a continuación. Ella misma nos da una de las claves: la ciencia es cultura, y la cultura no es patrimonio sólo de las humanidades. Y además, que queréis que os diga, gracias a la ciencia estoy vivo a mis cuarenta y tantos. Sé lo que digo.
'Todo es cuestión de química... y otras maravillas de la tabla periódica' nos acerca de forma sencilla, amena y tremendamente didáctica a la ciencia química, (eso que a algunos les da tanto miedo), y al maravilloso mundo del átomo. Partiendo de las teorías atómicas y la tabla periódica, Déborah García Bello nos ayuda a comprender hasta que punto la química está presente en nosotros mismos, y en todo lo que nos rodea, en nuestro entorno más cotidiano. La ciencia bien explicada ayuda a romper miedos, a derribar prejuicios y tabúes. Espero que disfrutéis de la conversación, y que os entren ganas de comprar el libro. Gracias de antemano a Deborah por su tiempo y disponibilidad y sobre todo por contribuir con su trabajo a poner un poco de luz, coherencia y sensatez en un mundo en el que a menudo el mito y las falsas creencias se imponen frente a los datos y los hechos basados en evidencias.
A menudo me pregunta algún amiguete eso de: cómo es que a un tío tan de letras como tú le ponen tanto las matemáticas, la tecnología, la química y todas esas cosas, vamos ...tan de ciencias. The answer my friend la encontrarás a lo largo de esta charla con Déborah García Bello, licenciada en Química por la Universidade da Coruña, estupenda divulgadora de temas científicos, y que podrás leer a continuación. Ella misma nos da una de las claves: la ciencia es cultura, y la cultura no es patrimonio sólo de las humanidades. Y además, que queréis que os diga, gracias a la ciencia estoy vivo a mis cuarenta y tantos. Sé lo que digo.
'Todo es cuestión de química... y otras maravillas de la tabla periódica' nos acerca de forma sencilla, amena y tremendamente didáctica a la ciencia química, (eso que a algunos les da tanto miedo), y al maravilloso mundo del átomo. Partiendo de las teorías atómicas y la tabla periódica, Déborah García Bello nos ayuda a comprender hasta que punto la química está presente en nosotros mismos, y en todo lo que nos rodea, en nuestro entorno más cotidiano. La ciencia bien explicada ayuda a romper miedos, a derribar prejuicios y tabúes. Espero que disfrutéis de la conversación, y que os entren ganas de comprar el libro. Gracias de antemano a Deborah por su tiempo y disponibilidad y sobre todo por contribuir con su trabajo a poner un poco de luz, coherencia y sensatez en un mundo en el que a menudo el mito y las falsas creencias se imponen frente a los datos y los hechos basados en evidencias.
Bienvenida
a La Ciudad de Cristal, Deborah García Bello. No se me ocurre mejor
forma de empezar que felicitarte por tu libro: Todo es
cuestión de química, y otras maravillas de la tabla periódica.
En sus páginas nos hablas de cosas como cationes,
orbitales, enlaces covalentes,
polímeros, espectros
electromagnéticos y oh sorpresa¡, se entiende, y oh
sorpresa¡, resulta tremendamente divertido. (Y mira que soy de
letras). Me habré vuelto loco o ¿resulta que esto de la ciencia va
a ser conocimiento útil para todos y al alcance de todos?
De eso
trata la divulgación, de hacer comprensible cualquier ámbito de la
cultura, por muy complejo que pueda parecernos de entrada. La ciencia
además cuenta con esa cualidad de parecer útil que hace que resulte
más atractiva. Todos sentimos curiosidad, queremos saber cómo
funcionan las cosas, sobre todo las que forman parte de nuestra vida
cotidiana. De eso
trata este libro, de descubrir todas esas bellezas sutiles que se
esconden en el trajín de la vida, y que están ahí mismo, al
alcance de todos.
Este
tipo de obras tienen la virtud de demostrar al público que el texto
de carácter científico y la lectura de entretenimiento no tienen
por qué ser 'enemigos naturales', más bien todo lo contrario. El
hecho de que en algunos momentos de la exposición muestres tu
auténtico apasionamiento por la materia (e incluso te pongas hasta
poética) ayuda bastante.
La
ciencia, de un modo u otro, siempre ha formado parte de mi vida.
Explicar un concepto científico de forma aislada, sin ninguna
conexión con mis vivencias, no me interesa. Tiene que existir una
motivación más allá del entretenimiento o la instrucción, tanto
para que a mí me apetezca contarlo como para que el lector pueda
percibir el apasionamiento que siento por lo que cuento.
Sí
que «me pongo poética» porque es como soy, cómo vivo las cosas.
Disfruto jugando con las posibilidades del lenguaje. Quiero ofrecer
ese algo más. La pasión que pongo en lo que cuento ha de ir acorde
con la pasión que pongo en cómo lo cuento.
¿Puede
haber persona más apasionada por la química que alguien que no sale
de casa sin su tabla periódica en el bolso? El resto de los mortales
nos conformamos con las llaves y la cartera.
Más
que una pasión por la química, que obviamente la hay, es una pasión
por las vivencias. Esa tabla que llevo en mi bolso no tendría valor
si no me la hubiese regalado un profesor de la facultad en la que
estudié, cuando por fin visité su laboratorio acompañada de mis
propios alumnos.
Además
de tener valor emocional, ¡llevar una tabla periódica encima es muy
útil! Quien haya leído el libro lo sabe bien.
![]() |
Foto de César Quian. |
Desde
que leí tu libro, miro con otros ojos el paquete de sal que guardo
en la cocina, hasta le tengo cariño.
Los
hechos son los que son, es decir, la sal es en efecto la misma, pero
cuando cambiamos nuestra forma de mirar, cuando percibimos más o
diferente, cuando descubrimos algo bello, que nos emociona y, sobre
todo, que además lo teníamos ahí, delante de nosotros, es difícil
volver atrás, dejar de verlo así. Eso es lo que sucede con la sal y
con tantas otras sustancias ordinarias, que esconden una belleza que
nos es revelada gracias a la química.
De
repente la tabla periódica me parece algo alucinante: la absoluta
armonía, lógica y sentido con el que se ordenan todos los elementos
que forman el universo... ¡Es casi una obra de arte!
Me
fascina la tabla periódica precisamente por su aparente simpleza.
Pero, como ya sabrás después de leer el libro, esconde una enorme
cantidad de información y que además se lee con bastante facilidad. No la
catalogaría como obra de arte porque es una herramienta, pero el
concepto que se desprende de ella sí es tentadoramente artístico.
Dalton,
Thomson, Rutherford, Mendeleiev, supieron 'ver' con mayor o menor
acierto eso que llamamos 'átomo'. Sin su trabajo la ciencia química
no existiría. Se merecen una plaza, una avenida en cada ciudad del
mundo. Si me apuras hasta club de fans.
Me
sorprendería que todavía no tuviesen nada de eso. De todos modos,
lo interesante para mí no es el quién, sino el qué. Te
habrás fijado en el libro que, aunque esos personajes aparecen, lo
interesante no son sus vidas, es decir, no te encuentras con datos
biográficos si no suman al relato de los hechos. Lo importante son
los hechos, qué es lo que han descubierto, cómo lo han descrito.
![]() |
Dmitri Mendeleiev |
Así
que somos hijos de las estrellas. (Y no es una frase de Coelho)
Suena
metafórico, pero es la realidad. Las piezas que componen nuestro
cuerpo, nuestra piel, el agua, lo que comemos, lo que respiramos;
todas esas piezas han nacido en una estrella y han ido a parar aquí.
En el libro describo con profundidad cómo sucede todo eso en las
estrellas, y muchas veces empiezo así las clases de ciencia de un
nuevo curso. Es importante ser conscientes de que algo tan complejo y
lejano como una estrella, forma parte de lo que somos y de lo que nos
rodea en nuestro día a día. El resto del universo no está
desconectado de lo que nos sucede y eso da perspectiva.
El
capítulo 7, Desmontando mitos, no le va a
gustar mucho a los del gremio magufo –ecoguay, les desmontas el
chiringuito. Cuándo descubran que la química es una ciencia al
servicio de la humanidad, y no 'en contra'.
Detesto
las palabras como magufo y ecoguay. Son insultos. No
puedes acercarte a los demás de forma tan agresiva porque levantas
un muro que después es difícil de franquear.
Dicho
esto, puedo entender que te refieres a personas que tienen una imagen
perversa de la ciencia y que utilizan esa imagen y la potencian. Esas
actitudes son doblemente perniciosas, por un lado fomentan la
incultura científica y, por otro, se sirven de ella, es decir, son
ellos los que se burlan. En el libro hablo de esta clase de tretas
que enturbian la realidad. Y esa realidad es más sencilla y
bondadosa que la que intentan vendernos. La ciencia y, en este caso
la química, nos ha servido para alimentarnos mejor, tener mejores
tratamientos médicos, enfermar menos, etc. Dar un paso atrás es
volver a un pasado con más carencias y sufrimiento.
Si
lo que determina las características de un compuesto químico es su
estructura molecular, cómo se enlazan entre sí los átomos que lo
forman, independientemente de su origen natural o sintético, la
vieja dicotomía natural vs artificial
pierde todo sentido. Más bien, ¿habrá algo más natural que la
química?
La
dicotomía natural vs artificial es impostada, puesto que todo
está formado por las mismas piezas y es algo que conocemos. Si esas
piezas las encontramos ya ensambladas en la naturaleza o las
ensamblamos en un laboratorio, obviamente no dan lugar a sustancias
mejores o peores. Ni lo natural por definición es mejor, ni todo lo
contrario. Lo interesante es qué sustancia es y cuánta cantidad
contiene, no su procedencia.
Sacralizar
'lo natural', elevarlo a la categoría de religión y dogma de fe
tiene la contrapartida de generar fobias hacia todo lo que salga del
laboratorio: aditivos alimentarios, fármacos, etc. Quimiofobia al
fin y al cabo. ¿Inocentes prejuicios, o fundamentalismo peligroso?
Hay un
poco de las dos. En general me he encontrado con prejuicios, sin
pretensiones, personas que han accedido a una información errónea,
muchas veces por accidente y que no la han cuestionado. Por ejemplo,
si la publicidad usa como alegación saludable el «sin aditivos»,
obviamente entiendes que los aditivos son malos y, si no te interesa
indagar más en ello, lo asumes como cierto.
Otras
veces me he encontrado con actitudes más peligrosas. Con personas
cuyo trabajo se fundamenta en potenciar el miedo hacia lo que
desconocemos, desde sustancias a radiaciones, en contra de la
evidencia científica. Se basan en supuestas conspiraciones de
empresas, sobre todo grandes empresas, y gobiernos que por algún
variopinto motivo quieren hacernos daño. Los argumentos que utilizan
de nuevo se basan en el desconocimiento científico que creen que
tenemos los demás. Todavía no sé por qué motivos estos mensajes
del miedo calan en las personas, si es por desconocimiento, si es
hastío, si es por sentir que sabes algo más. No lo sé, pero calan.
Y son peligrosos. Vivir con miedo es peligroso, y vivir con
prejuicios también, te lleva a tomar decisiones equivocadas, a veces
pueden no tener grandes repercusiones pero, otras pueden llevarte a
rechazar un tratamiento médico, a no alimentarte adecuadamente, a no
vacunar a tus hijos...
Incluso
muchos de esos 'malvados' aditivos alimentarios (E-), 'tan
químicos', se encuentran presentes en la misma
naturaleza. No sólo son completamente seguros para el consumo
humano, sino que la cadena de distribución y almacenamiento de
alimentos, que ha de asegurar el abastecimiento para toda la
población, sería inviable sin ellos. A ver si resulta que van a ser
necesarios.
Muchos
de ellos son imprescindibles para garantizar la seguridad de un
producto y para mantener sus propiedades. Es lo que hacen los
conservantes, por ejemplo. Otros aditivos responden a una cuestión
estética o de palatabilidad, que también es importante.
Lo que
hay que dejar claro es que ningún alimento inseguro llega al
mercado. Como en todo, hay calidades, pero éstas no dependen de los
aditivos que lleven.
Existe
la creencia de que los aditivos enmascaran la mala calidad de un
producto, cuando esto no siempre es así. Hay aditivos que son
imprescindibles para que un alimento conserve sus propiedades
nutricionales y, sin ellos, se convertiría en un alimento mediocre.
Como bien dices, muchos de estos aditivos los utilizamos emulando a
la naturaleza. Por ejemplo, si muchas frutas contienen acidulantes de
forma natural, hemos aprendido a utilizar esas mismas sustancias en
otros alimentos porque hemos observado que ayudan a conservarlos
mejor. Por eso gran parte de los aditivos son sustancias que
encontramos de forma natural en alimentos sin procesar.
Cuando
una de esas sustancias añadidas ha demostrado ser útil e inocua
para la salud, se gana su correspondiente nomenclatura E. Es
sólo una cuestión de nomenclatura. Siempre pongo el mismo ejemplo:
nos asusta ver un E-300 entre la lista de ingredientes porque no
sabemos qué es, pero si lo buscamos veremos que se trata de la
vitamina C, y ya deja de asustarnos. Esto mismo pasa con todos los E.
Entro
en tu blog, Dimetilsulfuro, (lo hago a menudo), y leo esto: 'os
alimentos que consumimos, nunca foron tan seguros'.
¡Fastidiaos ecologuays! Vaya, disculpa mi falta de profesionalidad.
Lo
reitero: los alimentos que consumimos nunca fueron tan seguros. Pero
esta afirmación no es para que nadie se fastidie, sino para todo lo
contrario. Es un mensaje del que trato que se desprenda confianza,
confianza en la ciencia y en el progreso que representa para nuestro
bienestar.
Felicidades
también por ese Bitácoras al mejor blog de ciencia en 2014. Justo
premio y reconocimiento. Te lo has currado.
¡Muchas
gracias! Ese premio supuso un gran empujón en mi carrera. Mi trabajo
ganó la visibilidad necesaria como para que muchas más personas lo
descubrieran.
Te
confieso que mi parte favorita del archivo de Dimetilsulfuro es la
sección 'La ciencia del arte'. La idea de la ciencia como cultura está firmemente arraigada en tu discurso.
Mi
trabajo se centra en cómo la ciencia induce y posibilita la creación
artística, además de en la significancia de materiales. Me he
especializado en arte contemporáneo, porque es cuando esta relación
se hace más evidente.
La
cultura científica amplía nuestro horizonte de conocimiento, y éste
llega a cruzarse con el arte como con cualquier otro ámbito
cultural, ya sea entre disciplinas científicas, o con la música o
la literatura.
Lucho
contra esa idea de ser de letras o ser de ciencias,
contra esa idea de que la cultura es patrimonio de las humanidades.
No debería haber tal distinción ni tal descrédito. Cualquier
carencia, en el ámbito que sea, se denomina incultura.
Volviendo
al libro. El caso que comentas del aspartamo me pone de muy mala
leche. Toda la literatura científica que lo acredita como un
edulcorante seguro para el consumo humano parece que tiene menos peso
que un simple estudio con tantos errores de método que fue rechazado
por la comunidad científica en su día. Pero lo que hace ruido
mediático es el maldito bulo. ¿No te cabrea un montón?
Es una
cuestión de impacto. Decir que una sustancia causa daños es más
impactante que decir o, en este caso corregir, que es inocua. Cuesta
muchísimo más esfuerzo desmentir algo que asumir una información
nueva.
Personas
sin intolerancia a la lactosa que compran leche sin lactosa porque
suena 'a más sana'. Lo siento, me supera...
Es que
la leche sin lactosa suena a más sana, ¿por qué no ibas a comprar
algo si crees que es más sano? En este ejemplo volvemos a lo de
antes, a aprovecharse del desconocimiento para venderte una idea
equivocada, como que la leche sin lactosa es más sana que la normal.
En
este caso sí hay una parte de responsabilidad individual que no
podemos pasar por alto. Has de preocuparte por tu alimentación,
preocuparte con criterio y no consumir algo que no necesitas, a no
ser que un médico que haya diagnosticado intolerancia a la lactosa.
Y repito lo de diagnosticado por un médico. La intolerancia a
la lactosa no te la diagnosticas tú en tu casa, sino que hay pruebas
específicas para ello. Achacar algún problema digestivo a la
lactosa, sin pruebas, puede enmascarar un problema de salud diferente
que estamos dejando de tratar.
Y, por
otro lado, responsabilidad con respecto al mensaje publicitario: no
es lo mismo decir «sin lactosa» y acompañarlo de un mensaje que no
menciona la intolerancia, que decir «apto para intolerantes a la
lactosa».
Nuestra
evidente falta de cultura científica es utilizada por los
charlatanes y creadores de miedos para manipularnos, y llevarnos a su
redil. Por eso textos como Todo es cuestión de química
son hoy en día necesarios. ¿Podrías recomendarnos otros títulos y
autores que como tú se dedican a la divulgación de conocimiento
científico y pensamiento crítico?
Ya
somos muchos los que nos dedicamos a esto, cada uno con su estilo,
pero todos tenemos unos intereses comunes, por eso pertenezco a
grupos a los que recomendaría seguir para estar al quite de todo,
como son el Círculo escéptico y Naukas.
No
querría terminar esta conversación sin mencionar el hecho de que en
este 2016 se cumplen 20 años del nacimiento de los
cultivos transgénicos. Gran noticia.
Para
celebrarlo colgué una foto en mis redes sociales acompañada de la
frase «La ciencia es vida y progreso, por eso yo celebro los 20 años
de cultivos transgénicos», que creo que resume mi visión al
respecto.
Muchas
gracias por tu tiempo y disponibilidad Deborah. Es todo un placer
leerte y aprender con tu trabajo. Me gustaría cerrar la charla con
palabras de tu propio libro: 'La química contribuye a
alimentar la calidad de vida, es clave para resolver muchos de los
desafíos de la Tierra y ayuda a las personas a vivir más y mejor
que nunca. Estoy orgulloso de ser químico'. Casi nada.
Besos.
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